El siglo XIII presencia el pleno desarrollo de la literatura castellana. Junto a la sobria y vigorosa época, tenemos las primeras muestras de la inspiración lírica individual. Los juglares ya no son los únicos en atraer la atención del pueblo iletrado, sino que el Mester de clerecía le disputa terreno. No obstante, en este tema nos centraremos en la lírica inicial en castellano con sus primeras manifestaciones: jarchas, cantigas y villancicos.
Influencias básicas en la producción literaria de los siglos XIII y XIV:
- Oriental: para la prosa científica y el cuento.
- Francesa: para la literatura época y caballeresca.
- Provenzal: para la lírica cortesana.
Para llegar a esta literatura posterior, hay muestras literarias previas que pertenecen a la lírica popular. Los poemas son anónimos y se transmiten oralmente de generación en generación.
La lírica provenzal
Los primeros juglares líricos que obtienen éxito decisivo en España son de origen provenzal. Traen un tipo de poesía refinada, donde se exaltan los valores de la feminidad. La lírica provenzal creó como géneros más importantes la cansó, de tema amoroso; el sirventés, de carácter lírico; la tensó o discusión poética sobre variados temas. Paulatinamente se ven sustituidos en Castilla por los que vienen de Galicia.
La juglaría galaico-portuguesa
La poesía provenzal, que apenas dejó huella en Castilla, favoreció notablemente la creación de una importante escuela lírica en Galicia gracias, sobre todo, a las peregrinaciones a la tumba del apóstol Santiago. Además de los géneros que derivan de los provenzales, en Galicia nacieron y se desarrollaron otros autóctonos, alejados de las formas más cultas, como las cantigas de amigo, en las que una melancólica nostalgia por la ausencia de lamado, va unida a un vivo y delicado sentimiento de la naturaleza. Suelen ponerse en boca de una doncella que lamenta su soledad, preguntando por su “amigo” a las flores, a las aves, o a las olas del mar.
–Ai flores, ai flores do verde pinho,
se sabedes novas do meu amigo?
Ai, Deus, e u é?
Ai flores, ai flores do verde ramo,
se sabedes novas do meu amado?
Ai, Deus, e u é?
Se sabedes novas do meu amigo,
aquel que mentiu do que pôs comigo?
Ai, Deus, e u é?
Se sabedes novas do meu amado,
aquel que mentiu do que a mi á jurado?
Ai, Deus, e u é?
–Vós me preguntades polo voss' amigo,
e eu ben vos digo que é sã' e vivo.
Ai, Deus, e u é?
Vós me preguntades polo voss' amado,
e eu ben vos digo que é viv' e são.
Ai, Deus, e u é?
E eu ben vos digo que é sã' e vivo
e seerá vosc' ant' o prazo saido.
Ai, Deus, e u é?
E eu ben vos digo que é viv' e são
e seerá vosc' ant' o prazo passado.
Ai, Deus, e u é?
Rey Don Denís
(1261-1325)
Otro tipo de poema es el de las cantigas de escarnio, que satirizan costumbres, personajes o vicios.
Una de las formas métricas más frecuentes sería la del zéjel (de origen arábigo-andaluz), constituido por una cancioncilla inicial (estribillo) y un trístico monorrimo (mudanza) seguido de otro verso (vuelta) que rimaba con el estribillo anunciando su repetición (aa-bbba-aa). Esta estrófa y el villancico, derivación suya, tuvo en nuestra literatura una larga vida, ya que su uso se prolongó hasta el siglo XVII.
¿Qué fareyo o qué serád de mibi?
¡Habibi,
non te tuelgas de mibi!
Como resume Menéndez Pidal “las canciones andalusíes primitivas, las cantigas de amigo y los villancicos castellanos aparecen claramente como tres ramas de un mismo tronco enraizado en el suelo de la península hispánica. Las tres variedades tienen aire de familia inconfundible, y sobre todo, las tres tienen su mayor parte y la mejor, con un doble carácter diferencial común: el ser canciones puestas en boca de una doncella enamorada, y el acogerse la doncella, confidencialmente, a su madre. La forma andalusí se asocia más íntimamente con el villancico castellano que con la cántica galaico-portuguesa”.
Los únicos poemas conservados de juglaría lírica en castellano son la "Razón d'Amor" y la "Disputa de Elena y María", ambos de carácter lírico-narrativo.
La Razón d'Amor nos relata de forma deliciosa e ingenua el encuentro de dos enamorados en un jardín:
Mas vi venir una donzella;
–Ai flores, ai flores do verde pinho,
se sabedes novas do meu amigo?
Ai, Deus, e u é?
Ai flores, ai flores do verde ramo,
se sabedes novas do meu amado?
Ai, Deus, e u é?
Se sabedes novas do meu amigo,
aquel que mentiu do que pôs comigo?
Ai, Deus, e u é?
Se sabedes novas do meu amado,
aquel que mentiu do que a mi á jurado?
Ai, Deus, e u é?
–Vós me preguntades polo voss' amigo,
e eu ben vos digo que é sã' e vivo.
Ai, Deus, e u é?
Vós me preguntades polo voss' amado,
e eu ben vos digo que é viv' e são.
Ai, Deus, e u é?
E eu ben vos digo que é sã' e vivo
e seerá vosc' ant' o prazo saido.
Ai, Deus, e u é?
E eu ben vos digo que é viv' e são
e seerá vosc' ant' o prazo passado.
Ai, Deus, e u é?
Rey Don Denís
(1261-1325)
Otro tipo de poema es el de las cantigas de escarnio, que satirizan costumbres, personajes o vicios.
Las jarchas y la lírica castellana desaparecida
La casi total ausencia de una lírica en castellano entre los siglos XI al XIII, ha sido interpretada como una actitud defensiva frente a la sensualidad musulmana por A. Castro. Es probable que el temperamento castellano sintiese reparo hacia la expresión de lo íntimo, prefiriendo la objetividad de la época, aunque Menéndez Pidal demostró la existencia de una lírica popular indígena. Esta primitiva lírica castellana estaría constituida por serranillas, canciones de mayo, cantos fúnebres, triunfales, de velador, cantos de amor, de bodas, de romería, de trabajos agrícolas… semejantes a los cantarcillos conservados de los cancioneros de los siglos XV y XVI.Una de las formas métricas más frecuentes sería la del zéjel (de origen arábigo-andaluz), constituido por una cancioncilla inicial (estribillo) y un trístico monorrimo (mudanza) seguido de otro verso (vuelta) que rimaba con el estribillo anunciando su repetición (aa-bbba-aa). Esta estrófa y el villancico, derivación suya, tuvo en nuestra literatura una larga vida, ya que su uso se prolongó hasta el siglo XVII.
Las jarchas
El origen de esta lírica castellana desaparecida ha sido aclarado con los recientes estudios de unas cincuenta y tantas estrofillas en romance mozárabe (jarchas) colocadas al final de otras tantas muwaschahas (composiciones con la misma estructura del zéjel) árabes y hebreas de los siglox XI, XII y XIII. Se supone que estas breves estrofas continúan una antiquísima tradición romance que podría ser el punto de arranque de la vieja lírica castellana y de la gallega.¿Qué fareyo o qué serád de mibi?
¡Habibi,
non te tuelgas de mibi!
Como resume Menéndez Pidal “las canciones andalusíes primitivas, las cantigas de amigo y los villancicos castellanos aparecen claramente como tres ramas de un mismo tronco enraizado en el suelo de la península hispánica. Las tres variedades tienen aire de familia inconfundible, y sobre todo, las tres tienen su mayor parte y la mejor, con un doble carácter diferencial común: el ser canciones puestas en boca de una doncella enamorada, y el acogerse la doncella, confidencialmente, a su madre. La forma andalusí se asocia más íntimamente con el villancico castellano que con la cántica galaico-portuguesa”.
Los únicos poemas conservados de juglaría lírica en castellano son la "Razón d'Amor" y la "Disputa de Elena y María", ambos de carácter lírico-narrativo.
La Razón d'Amor nos relata de forma deliciosa e ingenua el encuentro de dos enamorados en un jardín:
Mas vi venir una donzella;
pues nací, non vi tan bella;
blanca era e bermeja,
cabelos cortos sobr’ ell oreja
fruente blanca e loçana,
cara fresca como maçana;
nariz egual e dreita,
nunca viestes tan bien feita;
ojos negros e ridientes,
boca a razón, e blancos dientes;
labros bermejos, non muy delgados,
por verdat bien mesurados;
por la centura delgada,
bien estant e mesurada;
el manto e su brial
de xamet era, que non d'ál;
un sombrero tien’ en la tiesta,
que nol' firiese mal la siesta;
unas luvas tien’ en la mano,
sabet, non ge las dio villano.
El poema La Disputa de Elena y María tiene un origen franco-provenzal. Refleja un debate entre Elena, que defiende el amor del caballero, y María, que prefiere el del clérigo.
Los villancicos
Son poemas de asunto amoroso, dedicados a las fiestas, al trabajo o a la naturaleza. En ellos se distingue un estribillo inicial de dos a cuatro versos donde se anuncia el tema, posteriormente una glosa que se cierra con un verso de vuelta en el que se retoma el estribillo o parte de él.
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